Su nombre era Paula
Desde el aeropuerto internacional de Carrasco.
(Montevideo, Uruguay)
Enero 2010
Su nombre era Paula pero no sabía su apellido ni su teléfono ni donde vivía.
No sabía cual era su película favorita ni las canciones que la emocionaban, nisiquiera si desayunaba. No sabía que le hacían reír, llorar ni las cosas que le diría la gente para sentirse acomplejada.
No sabía sus creencias ni sus obligaciones ni cuando fue la última vez que estuvo en su casa. No sabía las cosas que jamás volvería hacer ni las que nunca hizo ni los lugares que soñaba conocer.
Su nombre era Paula pero nunca supe a donde vacacionaba ni a quien votaba ni quien le gustaba en la secundaria. No sabía quien era sus padres, si tuviera hermanos o que series por televisión miraba. No sabía su signo si tauro, pisis o acuario, no sabía las cosas que odiaba de sus parejas, no sabía si fumaba después de comer.
Su nombre era Paula pero no sabía sus antojos, sus caprichos, sus prejuicios ni cuando fue la peor vez que se sintió. No sabía sus medidas ni su peso ni estatura ni su color de pelo favorito. No conocía a sus amigas, si es que tuviera, ni quien quiso estar con ella por interes ni cuando fue la vez que se convirtió en mujer.
Su nombre era Paula pero no conocía sus limitaciones ni sus fobias ni que toma cuando le dolía la cabeza. No sabía a quien amaba ni a quien odiaba, no sabía las cosas que le gustaban en la cama.
No sabía su pasado ni presente ni que tuviera futuro. No conocía sus modos, sus vicios ni su filosofía. No sabía lo que ella hubiera querido que supiera.
No sabía si leía, si escribía, si pintaba o quizás nunca hizo nada. No sabía su mail ni que cosas deseaba. No sabía nada de Paula, pero sin embargo seguía allí, acostada, dormida en el lugar más oscuro de mi cama, ese lugar que nunca tuvo dueña y que sabría que seguiría vacante. Lo único que sabía de ella era que mientras yo estuviera aquí lo único que sabría de ella es que su nombre seguiría siendo Paula.
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