Bala de plata
Desde el aeropuerto internacional Augusto C. Sandino.
(Managua, Nicaragua)
Febrero 2011
No me duele, pero molesta. No me ahorca, pero aprieta. Entonces ni hace falta gastar la única bala de plata que llevas, usala con otro. Solamente dejame pedir un último deseo y me iré sin quejas ni remordimientos, solo, con la conciencia tranquila y el alma en paz.
¿No es lo que esperabas? Cuento lo lamento. Si te digo que hice lo que pude no le faltaría el respeto a lo que siento pero sinceramente debo confesarte que pude haber hecho un poco más, aunque este poco más costara un poco más de mi salud mental.
¿Querés una explicación? Y yo quiero ganarme la lotería para no pensar más. Supongo que de eso se trata, de buscar de todas las formas posibles una explicación para que no duela tanto ni las despedidas suenen grises y marchitas como viejo tango de barrio.
¿No es motivo suficiente? ¿Entonces quien decide cuando es suficiente? Los jueces se encargan de impartir justicia mientras un abogado te defiende de algo indefendible para poder cobrar y llegar a fin de mes como todos, pero lo suficiente parte de la necesidad en base a la libertad individual de cada uno, en este caso, de mi necesidad.
¿Por qué? Porque si, aunque te joda, aunque tengas unas terribles ganas de rematarme amenazándome con esa puta bala de plata que llevas encima, no me importa, no me interesa, no vas a salvar al mundo porque me liquides en este momento, ni mañana ni pasado. Porque aunque me mates yo seguiré existiendo, para otras personas, para otros contextos, yo seguiré jodiendo a quien quiera, seguiré girando por ahí y quien sabe Dios que me deparará.
No soy malo por pensar como pienso, a lo sumo hago lo que puedo, que al lado de no hacer nada es demasiado. No puedo estar todo el tiempo tratando de ser lo que vos queres que sea. A parte de no poder no quiero, simple, básico, no soy caprichoso, soy sincero, quizás no sea el tipo más honesto pero soy sincero. Que por supuesto, no es poco.
Ya se, te cansaste de que te esté tratando de convencer de algo, creeme que no es fácil convencer a alguien que me apunta con una bala de plata todo el tiempo. Dame un mínimo rédito por eso. Aunque sea, cuando me des por muerto, poné en mi epitafio: “Hizo lo que pudo, pero no alcanzó” ¡Mirá que boludo que soy, con que poco me conformo! Es triste, ya lo se.
¿Mi último deseo? Que podamos ser felices, digo, no es como pedir la paz mundial pero es algo, es una buena intensión, que se yo, podría pedirte una última salida así sería menos doloroso pero más patético.
Podríamos ir a comer, tomar unos tragos, garchar, fumarnos un pucho, volver a garchar, revolver el pasado, llorar, volver a garchar, volver a fumar, que me vuelvas a preguntar lo mismo una y otra vez y yo contestarte lo mismo una y otra vez hasta que te hinches las pelotas y me mates con la bendita bala de plata así mi bello cadáver pueda abrazarte en las noches cuando estés sola y no tengas ni heladera que te consuele.
Mi cuerpo, a través del tiempo, se desintegrará, dejará mal olor y seguramente te retractes y pienses que al final no fui tan mala persona como resulté ser. Pero quedate tranquila, no pienso resucitar, seré un número más en la morgue, en un nicho o una canción más de Massacre o los Misfits.
¿Bonito final? Tengo algunos peores para contarte.
Pero bueno, hace lo que tengas que hacer, yo me la banco. Y no es de macho, es de estar hasta las pelotas con vos, como si alguna vez no lo hubiera estado.
Dale, hace lo que tengas que hacer. Total siempre estarás en mi corazón…
No hay comentarios:
Publicar un comentario