Desde el inicio del tiempo existió la buena y la mala gestión.

En el principio fue el reinado de las grandes gestiones, cuyas hazañas quedaron para siempre en la memoria colectiva defendiendo a los indefensos, a los sin voz, a los necesitados de siempre combatiendo todo tipo de injusticia.

Pero con el paso del tiempo un extraño cambio dio vuelta la historia.

Algunas grandes gestiones fueron mutando, vendiendo sus lealtades, engañando a quienes los habían elegido para defenderlos, traicionando a sus propias palabras, pensando en su beneficio propio, olvidándose de todo y de todos.

Ya nadie sabía a quien creerle, cual era la mala y cual era la buena gestión.

Y fue así que surgió la otra gestión…la gestión que se pregunta, la que se cuestiona, la que está en contra de nadie y a favor de todos.

ESA GESTIÓN ESTÁ CRECIENDO EN ESTE INSTANTE...

lunes, 4 de febrero de 2013

El odio que me dejó el amor de Carolina (Pánico y locura en la red social)




Me juré a mi mismo nunca hacerlo, jamás, aunque mi vida dependiera de esa transcendental decisión. Sin embargo lo hice por dos simples razones: La primera porque no juro muy seguido siendo un ateo tirando a agnóstico y la segunda… Porque soy un pelotudo.
Mi vida con Carolina no dejó más que el sucio y frágil recuerdo de nuestra separación. A lo largo de casi dos años de relación, el momento que más viva la sentí fue cuando me pidió, de una manera poco elegante, que nos dejáramos de ver. Dejándome cálidas y apasionantes frases como: “Sos un egoísta” “Siempre pensas en vos mismo” y la mejor de todas: “Vos siempre ves el árbol pero nunca el bosque” Y claro, como mierda voy a ver el bosque si vivo rodeado de edificios y pavimento. En ese momento pensé que ella estaba loca y yo me sentía, por primera vez, un pelotudo.
El tiempo pasó y estuve mucho mejor, pero todavía había algo que tenía que saber. Una duda… Esa duda que me juré a mi mismo nunca resolverla. Me encontraba en una encrucijada, en un callejón sin salida, en un… En fin, tenía que saberlo. Entonces en ese momento tomé mi computadora, me prendí un cigarrillo, rompí mi promesa y entré a Facebook.
No tenía ninguna notificación, ningún mensaje ni nadie que quisiera ser mi amigo en ese momento. Estaba limpio. En el muro general no aparecía nada interesante, tampoco me importaba, entonces sin más preámbulos busqué su nombre en la barra de “Buscar personas, lugares, cosas”. Estaba dispuesto a dar el primer paso.
Tecleé textualmente “Carolina Sztajnszrajber”. Si, ese era su apellido, extraño si los hay. Ni siquiera en nuestro mejor momento supe si quiera pronunciarlo, menos escribirlo. Recién al año pude decirlo correctamente y lo escribí a la perfección dos meses antes de que me deje ¿Curioso no? La vida es buena pero injusta.
La puta madre, no estaba. Se que tenía, porque alguna vez fui “su amigo” pero luego de romper nuestra relación también rompió “nuestra amistad” en la red social.
¿Por qué carajo no me aparecía? Los únicos Sztajnszrajber de la lista eran Nicolás, Eduardo y María. Primos y hermana respectivamente. Además de un grupo llamado “Los Sztajnszrajber del mundo” que tenia un par de afiliados, pero el nombre de Carolina también brillaba por su ausencia.
¿Se habría borrado del Facebook? Siempre me decía que no le daba mucha bola a esas cosas, que entraba de vez en cuando para buscar amigos y compañeros que hace doscientos años que no veía para preguntarles que fue de sus vidas y luego nada. Ver fotos de sus amigas y poner mensajes de poco vuelo en los cumpleaños de sus contactos que jamás en la vida dió para llamarlos. Básicamente hacía lo que todos hacemos cuando entramos a Facebook.  
No me rendí fácilmente. Pensé otra estrategia. Entrar por la hermana, María. En una de esas podría funcionar.
Entré al Facebook de María que nunca fue mi amiga pero sin embargo tenía sus fotos, su información, su mapa, sus “me gusta” abierto para todo el público, inclusive para mí. Una a favor.
María era más chica que Carolina. En dos años no la vi muchas veces pero Caro siempre me habló de ella preocupada porque estaba por dejar de ser una niña para convertirse en una adolescente rebelde sin causa y bien boluda. Empezaba una nueva etapa en su vida: Las salidas, el escabio, el sexo. María le preguntaba sobre las pastillas anticonceptivas y Carolina pareciera que le agarraba un ACV. Yo siempre me reía, simplemente porque nunca supe bien que decir al respecto.
No me detuve mucho a ver sus fotos y esas cosas porque no daba, además me sentía un pedófilo. Todavía era una pendeja y yo me cogía a su hermana, no daba. Preferí pasar a los amigos y nuevamente volver a teclear “Carolina Sztajnszrajber” ¿Y que pasó? ¡Apareció! ¡Qué hija de puta! Bien escondida estaba ¿Se cortó el nombre? ¿Por qué aparece como Caro Sztajnszrajber? Todas estas respuestas y mucho más en el renglón de abajo.
Dicen que las mujeres cuando se divorcian sufren un cambio radical y estético para estar más lindas, renovadas, etc, etc ¿Podría ser Carolina un claro ejemplo de esto o la excepción que confirma la regla? Quizás me podría encontrar con una ex novia dejada, fea, triste y angustiada… Sería un alivio para mí. Pero también me puedo encontrar con una ex novia que esté más buena que encontrarme dos millones de dólares en la calle.
Lo estaría a punto de averiguar. Estaría solamente a un clic de traspasar un límite del cual quizás no pueda volver jamás ¿Estaría dispuesto? Ya fue…
Como era de esperar el Facebook de Carolina, a diferencia del de su hermana, estaba casi todo cerrado con llaves. Su muro, información, sus me gusta, fotos. No había nada, solamente su foto de perfil y el de la portada (Esa que es gigante que aparece como un telón detrás de la foto de perfil). No cambió nada. La foto era la misma de cuando era mi amiga en la red social y la portada era un cuadro Picasso que siempre le gustó. Nada nuevo, lo único que cambió en este tiempo fue el nombre, que en realidad se lo acortó, igual le quedaba bien.
Un poco más relajado al haberme sacado la mochila de la duda, me prendí otro cigarrillo y empecé a cliquear su página sabiendo que no podía entrar a ningún lugar y eso me hacía sentir muy bien porque no hay nada peor que la verdad revelada, pero lamentablemente para mi esta verdad iba a dar la cara.
En un rapto de idiotez propia pongo la puta flechita del mouse sobre la foto de perfil de Carolina y por arte de magia se abre. No fue para tanto, solamente maximicé la foto que ya conocía y que nunca cambió… ¿No fue para tanto?
Al costado izquierdo de la foto de perfil agrandada encontré para mi sorpresa un “me gusta” de una persona… De un hombre… ¡De un flaco! Nunca antes lo había visto. Inclusive nadie, ni siquiera yo le había puesto en su momento un me gusta a esa foto… Este era el primero. No tenía la fecha, solamente un nombre: Fede Schvarztein.
Prendí otro cigarrillo y me dije a mi mismo: ¿Quién es este naipe? ¿Será algo de Carolina? Seguido a ¿Estaré dispuesto a traspasar otro límite al cual quizás no pueda volver? Nuevamente entré en la duda.
Dos segundos después me dijo otra vez a mi mismo, “Ya que hice treinta, hagamos treinta y uno” Le di clic y entré al fascinante mundo de la especulación y el morbo de la mano de un tal Fede Schvarztein.
Era un tipo, eso era algo obvio y no porque lo dijera su información completísima. Su foto de perfil era un primer plano de su cara con sonrisa de forro. Y ahora que hice treinta y uno, hasta los cien no paraba.
También tenía el perfil abierto para que cualquier pelotudo como yo lo viera. A ver… Información: Hombre, nacido el 13 de julio pero no dice el año (seguramente porque está hecho mierda) estudió en la Universidad de Cine… Perfecto, estaba en presencia de un ridículo cineasta cool que seguramente hacía cortos que a nadie le interesan porque son una mierda inentendibles y que su único futuro posible será perder el resto de su vida laburando en una oficina de traje porque la vocación se le fue a la mierda por querer ser un “artista”.
Me agité, me levanté, fui a la cocina, me prendí un cigarrillo y me traté de tranquilizar. Le di dos pitadas y volví a sentarme frente a la computadora. Tenía que seguir.
¿Puede Fede Schvarztein estar curtíendose a mi Caro Sztajnszrajber? Hasta los nombren daban para eso: “Sztajnszrajber y Schavarztein la historia del garche del nunca acabar” ¿Puede que estén garchando o quizás sean pareja o peor aun… Matrimonio? Me estaba complicando demasiado, quizás sean solo amigos que se conocieron en unos de sus grupos de Facebook onda “Tengo el apellido más indescifrable del mundo” o “Nadie en la puta vida pudo escribir mi apellido” Cualquier cosa podía ser posible.
¿¿1763 fotos?? ¿Puede alguien en esta vida haberse sacado 1763 fotos? Quizás este naipe sea el primero.
A lo largo de diez minutos recorrí 567 de sus fotos y no aparecía Carolina. Me fijé en sus álbumes y por suerte no encontré más que cosas trilladas onda: “En rodaje” “En Europa” “Summer” “Soy forro de mierda que me hago el cool a pesar de tener esta cara de tarado” Ese último no lo encontré, una lástima
No contento con pasearme por la vida de este pobre infeliz vuelvo a su muro y pongo “ctrl f” y busco, otra vez, el nombre de Caro.
Carajo, aparece unas tres veces. La primera es un me gusta en una foto de perfil. Supuse que se habrán devuelto gentilezas por ponerle un me gusta a la foto de ella. Nada del otro mundo.
La segunda fue un comentario de un video que publicó hace por lo menos un mes ¿¡Un video de Emir Kusturica llamado Prnavor!? ¿Qué mierda quiere decir Prnavor? “Me encanta esta canción” le puso… A lo que él le contestó en el comentario de abajo: “Me encanta que te encante” ¡¡La concha de tu madre, le estaba tirando onda y por Facebook!! Y claro, si es un director de cine, es obvio que le va a encantar la música de Kusturica por más que sea pura mierda.
Mi pulso cardíaco se aceleró considerablemente y no contento con esto me fijo la tercera vez donde aparece el nombre de MI chica…
“Lindo, la pasé re bien con vos”. En ese momento me desbasté. Le dijo que la pasa re bien con él, a este pedazo de hijo de puta… La foto era él sosteniendo una cámara y poniendo otra sonrisa de forro con el comentario al pie de: “Terminamos el rodaje, que bien me siento”
Que mal me sentí. Ahí me di cuenta que tenía alma, que tenía sentimientos, que tenia todas esas cosas que por años las había evitado. Este momento reflotó todo.
Carolina había rehecho su vida y lo único que hice yo fue maldecir a un pibe todo el día. Me sentía desbastado, casi a punto de llorar más por el odio que por el amor que no fue. Me sentí un pelotudo, pero esta vez con todas las letras, por desobedecerme, por traspasar límites, por haber sido advertido y sin embargo lo hice y acá estaban las consecuencias… Me prendí el decimonoveno cigarrillo, me apoyé sobre la ventana que daba a la calle de mi casa y me puse a observar la nada misma. Segundos después me di cuenta de cuantos árboles tenía alrededor.        

Fin.
Diciembre 2012 


  

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