Desde el inicio del tiempo existió la buena y la mala gestión.

En el principio fue el reinado de las grandes gestiones, cuyas hazañas quedaron para siempre en la memoria colectiva defendiendo a los indefensos, a los sin voz, a los necesitados de siempre combatiendo todo tipo de injusticia.

Pero con el paso del tiempo un extraño cambio dio vuelta la historia.

Algunas grandes gestiones fueron mutando, vendiendo sus lealtades, engañando a quienes los habían elegido para defenderlos, traicionando a sus propias palabras, pensando en su beneficio propio, olvidándose de todo y de todos.

Ya nadie sabía a quien creerle, cual era la mala y cual era la buena gestión.

Y fue así que surgió la otra gestión…la gestión que se pregunta, la que se cuestiona, la que está en contra de nadie y a favor de todos.

ESA GESTIÓN ESTÁ CRECIENDO EN ESTE INSTANTE...

sábado, 30 de octubre de 2010

“GRACIAS POR ENSEÑARME A CREER”


Fue lo primero que se me ocurrió. Quizás por no haber elaborado una mejor frase en el camino o del pudor que me daba ponerme a pensar ahí mismo con el papel y el marcador rojo en medio de la plaza, nisiquiera pensar en dejar algo escrito.
Cualquier teoría psicoanalítica sobre el manejo del inconciente me daría la razón de que fue lo primero y lo mejor que se me ocurrió en ese momento.
Llegué temprano a la plaza, la gente recién comenzaba a asomarse y los pocos que estaban habían parido una larga noche en vigila. El sol pegaba fuerte y los medios de comunicación apostados también desde anoche trataban de sacarle a la gente alguna lágrima o sonrisa para llenar el espacio hasta que llegara la presidenta.
En estos últimos días me la había pasando con los ojos llorosos y vidriosos, un nudo en la garganta y una sensación extraña en el pecho que cualquier médico o ama de casa diría que es angustia.
Del momento que me enteré hasta el día de hoy siguió persistiendo, siguió estando, siguió molestando: ¿Por qué? Porque sabía que era algo malo, quizás con cualquier otro hasta hubiera festejado pero con él no.
Ante todo me presento, soy hijo de la democracia. Llegué a este mundo con el alfonsinismo, el juicio a las juntas, el nunca más, la ley de obediencia y punto final, el austral, la hiperinflación, los saqueos, Ubaldini, los carapintadas, etc.
Crecí con el menemato y ¿Qué podía esperar de la política? ¿Qué podía esperar de la política más que irme a Disney o creer que vivo en un país primer mundista? Nada, no podía esperar nada, por eso no me interesaba, me daba igual las privatizaciones, el cierre de fábricas, la aniquilación casi total de la industria nacional, la exclusión social, los pobres, las villas, los muertos. Todo me daba igual mientras yo y mi familia tuviéramos todo lo que necesitábamos, todo lo material que este mundo del uno a uno nos brindaba.
Fui un adolescente en la Alianza, ahí me di cuenta de todo lo malo del menemato pero tampoco me interesó demasiado hasta que un día escuché las palabras: “F.M.I”, “Blindaje”, “Megacanje”, “Corralito”, “Saqueos” “Estado de sitio”, “Cacerolas”. Salí por primera vez a la calle con mi viejo, ahí conocí lo más cercano a la palabra “Revolución”.
Y llegué a la adultez con Néstor, aunque no se si es la mejor palabra para usar, pero seguro que tomé más conciencia sobre un montón de cosas.
No lo había votado y sinceramente tampoco sabía quien era, pero verlo ahí con esa imagen tan fuera de protocolo, tan fuera de lugar, esa imagen tan descontracturada me hizo creer que él no había llegado a la adultez y eso me encantaba.
Con Nestor Kirchner aprendí a creer y a esperar cosas de la política. A creer que más allá de todo lo bueno o malo que pudo haber hecho fue alguien que aunque sea puso en marcha un modelo de país en funcionamiento. Un modelo en el que podía estar de acuerdo, un modelo en el cual no me volví ni más rico ni menos pobre pero que a mucha gente le hizo recuperar una palabra fundamental en el diccionario de la humanidad: “Dignidad”. Un modelo donde la gente salió a las calles, llenó las plazas, se reactivó la industria y donde se creó un bloque latinoamericano en contra de los modelos impuestos por años por los dueños de la pelota. Sin contar la gran gestión por la reivindicación de la lucha de madres y abuelas de Plaza de Mayo y el juicio a los genocidas. El despido del F.M.I de nuestro país y la reactivación de una economía desbastada. El enfrentarse a los grupos hegemónicos y monopolios desde el estado y darles pelea hasta el último momento.
Y como si fuera poco luego llegó Cristina con la asignación universal por hijo, el matrimonio igualitario, fútbol para todos y una ley de medios. Además de unos hermosos enemigos como el campo, la iglesia, los grandes medios, los oligarcas y reaccionarios de siempre.
Entonces no tenía que cuestionarme porque estaba en la plaza o porque me sentía tan mal desde que me enteré que ya no estaba más. Yo creí en él y todavía creo en este modelo y en este camino. YO CREO EN LA POLÍTICA. Y así como creo espero mucho más. Espero que erradiquen la violencia, la desocupación, la inseguridad, la corrupción, el aparato, el clientelismo, el choripan y la coca, la pobreza, la exclusión. Pero también tenemos que poner mucho de nosotros para que podamos ser cada día un país más justo.
Pero sinceramente ver a tanta gente de mi generación, ver gente pobre, negros, sin dientes, obreros, clase trabajadora me daba una tremenda alegría porque eso quiere decir que él había hecho algo por nosotros. Cloacas, viviendas, trabajos, educación, dignidad, esperanza.
Como dije en un principio, a mi me enseño a creer y por eso fui a agradecérselo.

Juan.-
Octubre 2010.

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