Desde el inicio del tiempo existió la buena y la mala gestión.

En el principio fue el reinado de las grandes gestiones, cuyas hazañas quedaron para siempre en la memoria colectiva defendiendo a los indefensos, a los sin voz, a los necesitados de siempre combatiendo todo tipo de injusticia.

Pero con el paso del tiempo un extraño cambio dio vuelta la historia.

Algunas grandes gestiones fueron mutando, vendiendo sus lealtades, engañando a quienes los habían elegido para defenderlos, traicionando a sus propias palabras, pensando en su beneficio propio, olvidándose de todo y de todos.

Ya nadie sabía a quien creerle, cual era la mala y cual era la buena gestión.

Y fue así que surgió la otra gestión…la gestión que se pregunta, la que se cuestiona, la que está en contra de nadie y a favor de todos.

ESA GESTIÓN ESTÁ CRECIENDO EN ESTE INSTANTE...

jueves, 28 de julio de 2011

YO QUIERO SER UNA CHICA MAURICIO



Jamás creí que llegaría ese día. Ni en mis más retorcidos sueños de almohada vacía y corpiños sobre la silla creí que me la encontraría y justo acá, en donde el futuro parece haber llegado en forma de un inmundo anden en medio de la avenida para dos líneas de colectivo que tienen el siniestro privilegio de tener un carril exclusivo.
Había cambiado mucho, eso era evidente, porque los años pasan. Los años pasan para todos pero no de cualquier manera, no de la misma manera. Pareciera que a ella también le había llegado el futuro de repente.
Estaba vestida de una manera profesional, como alguien que trabaja en una oficina, con un portafolio, con tacos, con el pelo recogido, con un sobrio maquillaje, un blackberry y una forma de entablar la conversación de protocolo. Demasiado distante de la última imagen que tenia de ella. Hasta inclusive llegué a pensar si se trataba de otra persona pero no, era ella.
Me miró y me reconoció, pero mi sola presencia no bastó para moverle el piso ni pude desfigurarle su implacable sonrisa de dientes perfectos. Como si se forzara en no demostrar que la persona que tenía en frente suyo representaba un pasado y no tan lejano, pero que para ella seguramente habrá quedado a un millón de kilómetros atrás.
No muy seguro de la situación le empecé a preguntar las pavadas que se pregunta la gente que se encuentra en la calle de casualidad. Y ella me fue respondiendo punto por punto como si fuera un agente de la ley a punto de ponerle una multa por exceso de velocidad.
La gente se iba acomodando en el anden en medio de la avenida y la situación se iba poniendo interesante hasta que ante la fatídica pregunta de donde trabaja me contestó, más suelta de cuerpo, que desarrollada funciones en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como secretaria de un ministro y que además milita para el PRO, que casualmente, gobierna la Ciudad de Buenos Aires.
Ahí sentí que el piso se me movía como samba y mi propia implacable sonrisa de dientes imperfectos ya no era la misma que hace una pregunta atrás.

- Sos como la nueva Traudl Junge -le contesté en tono jocoso.-
- No se quien es –me respondió-

Al momento de develar el morboso chiste la valentía se me fue cayó al piso del andén y se fue corriendo hasta Pacifico. Hasta yo me puedo dar cuenta que compararla con la secretaria de Hitler era un golpe demasiado bajo para decirle a alguien que hace años que no veo. Entonces le inventé algo sin el menor sentido para salir del paso.
Que ironía pensé, encontrarme a una ex pareja transformada en una chica Mauricio en el estúpido y horrible Metrobus. La persona que antes era la luz del sol en mis ojos ahora se estaría vengando y burlando del amor que alguna vez le brinde militando para el macrismo, pero ¿Qué le podía decir frente a tamaña confesión?

- Bueno mirá, milito en la Campora, lloré cuando murió Néstor Kirchner, leo Página 12 y El Argentino, escucho Radio Nacional, miro 6,7,8 y si fuera por mi quemaría Clarín.

No daba ni un poco, aunque algunas fueran mentiras muy obvias y otras verdades disfrazadas no daba. Tampoco podía ser tan Fito:

- ¡Pero que hija de puta que sos! ¡Después de todo lo que lloré y sufrí por tu perdida te vuelvo a encontrar en forma de derecha! ¡Ojalá que se te caiga el techo de una escuela pública encima querida! ¡CECILIAAAAA!

Hablaría muy mal de mí seguro, aunque fuera sincero en mi deseo.
Por suerte ella presintió sin que le dijera nada que estábamos en bandos opuestos. Era la famosa crispación, esa que divide al país, la que nos tenía en veredas diferentes a los dos. Si ayer fueron problemas de entendimiento, hoy serían problemas ideológicos los que nos separarían otra vez. Pero volver a discutir y volver a pelear no estaba en mis planes, no en este momento.
Fue una suerte para mi haberme quedado sin preguntas cuando se asomaba, por el carril exclusivo del orto, su colectivo. Me dijo que ande bien, que fue un gusto volver a verme y todas esas cosas que se desea la gente cuando se encuentra en la calle de casualidad. Subió al colectivo y se fue como se fueron en su momento tantos momentos y deseos compartidos por ambos alguna vez.
Y ahí me quedé, solo, fumando en el andén, como alguna vez me quedé esperando el futuro, ese día me quedé esperando simplemente, una promesa más…

“Yo quiero ser una chica Mauricio, como la Gaby, como María Eugenia y la Gladys. Un poco lista, un poquitin…”

Juan.-
Julio 2011

1 comentario:

  1. Buenisimo, me encanto.Pero guarda que si lo lee cualquier careta de Sociales te lo titula como "Amor en tiempos de populismo laclausiano" (?)

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