Desde el inicio del tiempo existió la buena y la mala gestión.

En el principio fue el reinado de las grandes gestiones, cuyas hazañas quedaron para siempre en la memoria colectiva defendiendo a los indefensos, a los sin voz, a los necesitados de siempre combatiendo todo tipo de injusticia.

Pero con el paso del tiempo un extraño cambio dio vuelta la historia.

Algunas grandes gestiones fueron mutando, vendiendo sus lealtades, engañando a quienes los habían elegido para defenderlos, traicionando a sus propias palabras, pensando en su beneficio propio, olvidándose de todo y de todos.

Ya nadie sabía a quien creerle, cual era la mala y cual era la buena gestión.

Y fue así que surgió la otra gestión…la gestión que se pregunta, la que se cuestiona, la que está en contra de nadie y a favor de todos.

ESA GESTIÓN ESTÁ CRECIENDO EN ESTE INSTANTE...

martes, 8 de marzo de 2011

Ocho cuentos cortos para leer haciendo escala. Cuento 3: Síntomas




Síntomas
Desde el aeropuerto internacional Presidente Juscelino Kubitschek.
(Brasilia, Brasil)
Abril 2010


Aquella mañana quería despojarme de todo síntoma de (ansiedad) que me embargara. La ansiedad es aquella palabra que me niego sistemáticamente a usarla en contra mío pero no he logrado, todavía, no hacerle caso a su inminente presencia. Un instante más tarde llegó la confusión.
La ansiedad y la (confusión) fueron partidarias de algún siniestro plan para que no pudiera pensar libremente, no tener alternativas, no tener opciones, en definitiva, no poder salir de mi mismo.
Pero además había algo dentro mío llamado (impulso) que contrarrestaba también con la idea de (pensar). Este impulso también anulaba mi pensamiento crítico, entonces pensé que podía estar del lado de la ansiedad y la confusión para anularme por completo y manipularme a su antojo.
Luego apareció el (miedo). El miedo no manipula pero si paraliza y si me lograra paralizar ya no habría impulso que pudiera llevarme a contrarrestar la idea de pensar libremente. Pero resulta que el miedo también impide pensar lo que uno realmente quiere hacer y como resultado de esta experimentación se hizo mas grande la confusión, la ansiedad se multiplicó y el impulso fue aun mayor que el anterior y ya no sabía en que pensar y menos que hacer.
En ese momento preciso apareció la (angustia) y por consecuencia ya no quería pensar más y por una animidad la ansiedad, la confusión, el impulso y el miedo dieron lugar a un mínimo llanto y depusieron sus armas en conjunto con la angustia.
Aunque sus niveles de intolerancia fueron bajaron considerablemente sentí un principio de (incertidumbre) en consecuencia a un estado de confusión todavía latente.
La incertidumbre la pude comprender como algo poco extraño, familiar, inevitable, pero a la vez pasajero como a los otros síntomas menos el de poder pensar libremente.
Entonces por fin comprendí que estaba mas allá del pensamiento lineal y formal porque me encontraba en un lugar donde lo único que podía hacer era (sentir) y el sentir me hacía mas humano a mi mismo pero todavía mas valiente para poder decidir.
Por eso decidí que aquella mañana que no solamente quería despojarme de la ansiedad que me embargaba si no también de la confusión, el miedo, la angustia, la incertidumbre y el pensamiento en general para solamente quedarme con la decisión de agarrar la valentía y en conjunto con el impulso tener las ganas de salir de mi mismo y decirle a todos que por fin soy quien quiero ser.

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