Desde el inicio del tiempo existió la buena y la mala gestión.

En el principio fue el reinado de las grandes gestiones, cuyas hazañas quedaron para siempre en la memoria colectiva defendiendo a los indefensos, a los sin voz, a los necesitados de siempre combatiendo todo tipo de injusticia.

Pero con el paso del tiempo un extraño cambio dio vuelta la historia.

Algunas grandes gestiones fueron mutando, vendiendo sus lealtades, engañando a quienes los habían elegido para defenderlos, traicionando a sus propias palabras, pensando en su beneficio propio, olvidándose de todo y de todos.

Ya nadie sabía a quien creerle, cual era la mala y cual era la buena gestión.

Y fue así que surgió la otra gestión…la gestión que se pregunta, la que se cuestiona, la que está en contra de nadie y a favor de todos.

ESA GESTIÓN ESTÁ CRECIENDO EN ESTE INSTANTE...

martes, 8 de marzo de 2011

Ocho cuentos cortos para leer haciendo escala. Cuento 4: Los techos




Los techos
Desde el aeropuerto internacional de Maiquetía Simón Bolívar.
(Caracas, Venezuela)
Febrero 2011

Otra noche más mirando al techo. Ya no me resulta tan emocionante como otras noches, nisiquiera apasionante, como que perdió su encanto, su gracia, su no se que.
Otra noche tirando en la cama, mirando al techo y buscando que me diga algo nuevo, algo que no sepa, algo en lo cual me haga pensar: “Puta, que grande que es este techo, mirá lo que me dijo o lo que me hizo pensar”.
Pero por más que lo intente me sigue diciendo lo mismo: Nada. Como si alguna vez me hubiera dicho algo, en ese caso sería “un techo fantástico” o si me escuchara sería “un techo contenedor” de contener, de contenerme, pero ni eso, es el mismo techo blanco, duro e inerte que parece mirarme todas las noches con la misma cara de nada. Con la misma cara de techo de todas las noches.
En realidad tampoco hago demasiado por entenderlo, o sea, es simplemente eso, un techo ¿Qué puedo esperar de un techo? ¿Qué no se me caiga encima? Y si se me cayera encima ¿Me diría algo con eso? No se, creo que quizás nisiquiera pensaría en eso a no ser que mi propio techo me diera muerte sobre mi propia cama.
Los techos no son como las personas. Son por leguas menos problemáticos, menos estancados, menos insoportables. Aunque al igual que las personas, ellos también hacen cosas para llamar la atención como por ejemplo cuando se agrietan o tienen humedad o se declaran en estado de derrumbe. En realidad son algunas personas, entendidos en la materia, los que los declaran en peligro de derrumbe porque claro, el techo no sabe hablar y mucho menos escuchar.
Los techos nos protegen sin pedir casi nada a cambio, a no ser que sea un techo de una casa en alquiler. Y siempre nos dicen, otras personas, que lo primero es el techo antes que cualquier otra cosa.
Las personas que no lo tienen sueñan con uno. El techo propio. En cambio otras piensan que su vida tiene un techo en vez de pensar que tienen un suelo donde poder llegar a un techo. ¿Se le llaman pesimistas o realistas?
Otra noche más mirándolo. Sobre mi cama, pensando vaya a saber que cosa. En una de esas me termina convenciendo de algo que no estoy seguro ¿Y si fuera así? ¿Y si realmente me convence de convencerme? Después no podría excusarme diciendo que el techo me aconsejó o me incitó a que lo hiciera. No tendría lógica porque como bien dije antes los techos no hablan ni escuchan. Por otro lado no hablaría bien ni de mí ni de mi inteligencia: ¿Puede un techo llamar tanto mi atención o convencerme de algo? ¿O seria lo mismo que ver las estrellas si no estuviera, este mismo techo, tapándomelas? Ni puta idea.
Hay tanto en lo que no quiero pensar y miro al techo para que después me digan, otras personas, que lo único que hago es mirar al techo. Pero muchos se sorprenderían de todas las cosas que puede decir. Porque si lo fundamental es el techo antes que el auto, los discos o el microondas es porque algo importante tiene para decir. Aunque no sepa hablar.
En realidad tampoco me puedo golpear la cabeza contra la pared ¡Y menos contra el techo!
En definitiva es solo eso: Un techo, una cama, una persona y un único problema: No poder evitar que todo se derrumbe a mi alrededor…

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