jueves, 26 de diciembre de 2013
Una chica con un tatuaje de Los Ramones
Una chica con un
tatuaje de Los Ramones
Por Juan Varela
Varelópolis. Mayo/Noviembre/Diciembre 2013
Corrector: Leandro Tirel
No tenía los ojos brillosos y llenos de furia de la Joan Jett de los años
setenta, ni la boca roja y punzante de Brondy Dalle en tiempos de The
Distillers. Tampoco la audacia y sensualidad de Deborah Harry en el instante en
que Blondie se transformó en un grupo pop. De hecho, tampoco acusaba tener el
desparpajo, ni la locura de Nancy Spungen cuando aun salía con un tal Sid
Vicious antes de él la matara.
Pero, a pesar de todos sus defectos, era una chica punk. Una
chica que parecía haber salido de un cuento de reviente, sexo y rock and roll
en el CBGB de New York.
Había algo en su sola presencia que me daba a entender que
no era igual a cualquier otra. En otras palabras, creí que era una chica
demasiado linda para ser punk, pero demasiado real para no serlo.
La oscuridad del antro donde nos encontrábamos hacia juego
con su remera cortada y gastada de los Misftis con la leyenda: “die die my darling”, como
si esa expresión de deseo fuera un presagio o una advertencia a todos los que
se le acercaban hablar. Y no eran pocos, porque claro, en este antro si había
algo que sobraba eran las cosas feas.
Feo
sonido, feos baños, fea barra, fea cerveza caliente. La lista era interminable,
tanto como los hombres que se le acercaban.
Unas
lindas piernas enrolladas en un apretado chupín color azul oscuro, donde
sobresalía un cinturón de tachas algo gastadas y unas obvias zapatillas de lona,
adornaban a lo más lindo entre tantas cosas feas que pude ver en toda la noche.
Más oscuro quizás era su pelo con un prominente flequillo hecho a mano y con un
pañuelo tipo bandana que le daba vuelta la cabeza.
Podría
aparentar ser una chica punk, pero también podría ser una chica Pin Up como
Katy Perry o algún retrato del pintor Alberto Vargas y Chávez. Pero lo que más
me cautivo fue un tatuaje de colores oscuros en su omóplato, de espaldas, como
si quisiera que todos sepamos que ella es punk por delante y por detrás.
El
tatuaje no era otro que el escudo de los Ramones. Aquella obra de arte creada
por Arturo Vega, el quinto Ramone, que parodiaba del símbolo de los Estados
Unidos con el águila sosteniendo un bate de baseball y una hoja de muérdago con
una cinta sujeta del pico del animal con la consigna: “Look out Below” (mirar por debajo).
Allí se podía divisar, alrededor
del águila, la primera formación del grupo: Johnny, Joey, Dee Dee y Tommy. Este
escudo con el tiempo iría mutando a través del ingreso y partida de algunos integrantes
y algún que otro detalle más.
Volviendo a la formación
original, aquella grabó los primeros discos y sacó los temas más importantes de
toda su historia. Una formación que nunca vino a la Argentina , pero que bien
hubiera valido la pena tener sobre la piel. Ella sí sabía lo que tenía tatuado.
La noche seguía su curso y yo
veía sorprendido la fila de hombres que pretendían tener algo con ella. Rubios,
morochos, altos, bajos. Era como un gran desfile de gente fea queriéndose
quedar con la linda del antro. Pero así como llegaban se iban. Ella los
rechazaba solamente con una mirada, con un solo gesto, como una verdadera
despachante de punks… Die die my darling.
A todos sus pretendientes los
identificaba solamente con verles la remera rockera de turno. Los había de
Ramones, 2 minutos, The Clash, Flema, Sex Pistols, La Polla , alguna perlita de los
Dammet o los Stooges y alguna que otra banda desconocida, pero no importaba su
remera, solamente era cuestión de segundos para que los corriera de la vista de
inmediato. Quizás ella sabía que era, por lejos, la más linda.
La música sonaba y ella movía la
cabeza y los pies como entendiendo lo que estaba escuchando, hasta inclusive
modulaba alguna de las canciones. Pero cuando sonaban Los Ramones ella se
convertía. Alzaba los brazos, bailaba, se movía y sobre todo lo disfrutaba.
Yo no podía dejar de verla. Realmente
me gustaba mucho, pero si me acercara seguramente correría la misma suerte que
los demás. A diferencia de mis contrincantes, yo no tenía una remera rockera
para chapear, ni cosas rotas, ni cresta, ni aros. Ni siquiera parecía un punk.
Podría venderme, pensaba, como el exponente del “punk is dead” y quizás
funcionaría… No lo sé.
Todo transcurría de igual manera
y luego de un par de tragos encima se me ocurrió una idea con la cual acercarme
y poder llevarme el gran premio a casa.
Ella seguía tomando su cerveza y
bailando sola como si nadie alrededor le interesara. En un instante saca un
cigarrillo y yo me arrimo rápidamente para prendérselo. Me mira con desprecio,
como queriendo hacerme notar que lo que acababa de hacer no era un gesto de
caballerosidad, si no un acto oportunista para poder acercarme a ella.
- Que lindo tatuaje que tenes.
Para mí esa fue la mejor formación de Ramones
La punky me mira raro, como no
entendiendo la situación en la cual la acabo de meter. Quizás pensó que teniendo
la posibilidad de mirarle el culo o las tetas yo me fuera a fijar en un tatuaje
totalmente trillado y reiterativo en el ambiente del Punk Rock.
Sutil pero amistosa, me brinda un
gracias y una pequeña oportunidad para ver hasta donde puedo llegar con los
cumplidos.
- En serio, fue la mejor
formación de Ramones, mirá
En ese momento saco por debajo de
mi remera un colgante con una medalla del logo de Ramones exactamente igual al
de su tatuaje con el Johnny, Joey, Dee Dee y Tommy pero en versión miniatura de
color blanco con letras plateadas.
- Que copado - Me responde sin darle mayor importancia.
- ¿Cómo te llamás? - Le retruco.
- Judy.
“Judy” ¿De Judith? ¡No! “Judy” de ¡Judy is a Punk! El tercer track del primer disco de Ramones de 1976
con la primera formación, la misma del tatuaje y de la medalla.
Era una obviedad, pensé. Pero era
una obviedad bastante planeada. Se podría hacer llamar Shenna de “Shenna is a
punk rocker”. “Ramona” o algo un poco más desentonado como “Caro Ramone”. Pero
se llamaba Judy y eso me fascinaba aun más, porque fue la primera canción en
autoproclamar a una chica como punk. Aunque en realidad la letra diga que “Jackie is a punk Judy is a runt” (Jackie es la punk y Judy la callejera). Pero a la mierda con eso. Si la canción
se llama “Judy is a punk” ¡Ella era la punk!
La miré sonriendo
mientras ella seguía en la suya, yo quería seguir preguntando. Creía que le
había entrado en gracia… Pero fue todo lo contrario. No me preguntó ni mi
nombre ni me invitó a garchar. Terminó el cigarrillo, lo tiró al piso, me
escupió el humo y me dijo:
- Chau…
- ¿Chau? Pero si
estamos…
Fue un instante,
cuando su bello rostro inerte y carente de emoción se desfiguró con una gran
sonrisa al ver a un conocido ¿El novio? No, peor…
La chica punk me
apartó del camino y salió corriendo a los brazos de… ¿Otra chica? ¡Si! ¡Otra
chica! Se dieron un fuerte abrazo y un beso tan largo, eterno y excitante, como
si fuera lo último que harían en sus vidas. Todo eso, ante las miradas atónitas
de todos mis contrincantes y la mía también por supuesto.
A mi chica punk…
A mi chica punk le gustaban las mujeres. Ahí mismo lo entendí todo. Entendí a
mis rivales, la entendí a ella y entendí su remera… “Muere, muere mi querida…” Nada
más romántico.
Aunque la
sorpresa del final me dejó un poco más tranquilo, no dejé de sentirme rechazado.
Duré menos que un tema de Ramones en vivo. La había perdido. En esos breves
segundos fui un nombre más en su lista de hombres de la noche.
Solamente me
quedó contemplar por última vez su tatuaje de 73 estrellas, 12 flechas, 1
águila, 38 plumas y 21 letras. Además de esa incorrección, esa falta de interés
por el resto y haciendo solamente lo que le importara sin pensar en los demás…
Sinceramente era una chica muy punk… Hey ho let´s go
Dedicado a la memoria de Arturo Vega (1948 –
2013)
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